La anunciación a María inaugura la plenitud de los tiempos y hoy la seguimos viviendo. El Espíritu Santo nos fue enviado para santificar el seno de la Virgen María, quién quedó llena de la fuerza de la gracia de Dios. A través del Padre Eterno, en Nombre de Jesucristo y bajo la luz del Santo Espíritu, ella recibió la labor especial de fecundar en su vientre maternal por obra Divina, al que es “Él Señor dador de vida”. Aquel quien ha dado su vida por la redención de nuestros pecados y los del mundo entero.
Pero, cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, que nació de mujer y fue sometido a la Ley, con el fin de rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que así recibiéramos nuestros derechos como hijos.»
Gálatas 4, 4-5
Carta a los Gálatas, 4 – Bíblia Católica Online
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María llena de gracia, recibe una gran misión
Cuan grande fue la alegría de la madre de Dios por tan alto ministerio, el evangelista San Lucas, nos dice en el primer capítulo la respuesta de la doncella de Dios:
María entonces dijo al ángel: ¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen? Contestó el ángel: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios.
Lucas 1, 34-35
No cabe duda alguna de que Dios la escogió para ser la madre de su Hijo y mostrarnos a través de ella la plenitud de gracia que ha derramado ella. ¡Qué hermoso regalo de amor de Dios.
Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María.
Lucas 1, 26-27
La gracia de María nos invita a imitar su ejemplo
A lo largo de toda la antigua alianza, la misión de María fue preparada por la misión de algunas santas mujeres como Débora, Ruth, Judith, Ester y muchas otras, que nos ha hecho una invitación especial de imitarla como promesa de Dios con nosotros.
El otro le dijo: Dentro de un año volveré por aquí, y para entonces Sara, tu mujer, tendrá un hijo.
Génesis 18, 10
De la misma manera que El Señor cumplió la promesa de la descendencia de su pueblo a Abraham y Sara; así mismo Él promete a María la descendencia del Salvador.
Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón.
Génesis 3, 15
María ejemplo de humildad y obediencia
Podemos ver que María sobresale entre los humildes y los pobres del Señor ya que fue predestinada, pues Dios la ha elegido en Él, antes de la creación del mundo. Para ser santa e Inmaculada en su presencia en el Amor, para mostrarnos que se puede vivir en santidad.
En Cristo Dios nos eligió antes de que creara el mundo, para estar en su presencia santos y sin mancha. En su amor.
Efesios 1, 4
Por eso, María respondió por “la obediencia de la fe” (Romanos 1, 5). Hemos recibido la gracia y la misión, para que en todos los pueblos no-judíos recibamos la fe, para gloria de su nombre. Seguros que nada hay imposible para Dios y de su mano saldremos adelante. Y es que para Dios nada es imposible, por eso, en su humildad dijo María:
Yo soy la servidora del Señor hágase en mí tal como has dicho.
Lucas 1, 38