Por: Luxandra Pineda
Oh Sangre y Agua, que brotaste del Corazón de Cristo como una Fuente de Misericordia para nosotros, en Vos confío.
Diario de Santa Faustina – Coronilla de la Divina Misericordia
La Gracia que el Señor nos hace vivir en el Santo Viacrucis, en sus 14 estaciones, nos hace contemplar un camino de conversión para poder recibir la liberación de nuestros pecados.
Si no somos consientes de que debemos reconocernos pecadores no podemos vivir la Misericordia de Dios. Que gozo mas grande cuando descubro el pecado que habita en mi corazón, porque de el me libero para hallar la misericordia de Cristo. Escrito está:
Devuélveme el son del gozo y la alegría, exulten los huesos que machacaste tú. Retira tu faz de mis pecados, borra todas mis culpas.
Salmo 51, 10-11
Cuan grande eres tu Señor que te entregaste por el hombre a través de una muerte y muerte en cruz, a través de tu gloriosa resurrección has derramado tu Santa y Divina Misericordia,
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien, por su gran misericordia, mediante la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, a quienes el poder de Dios, por medio de la fe, protege para la salvación, dispuesta ya a ser revelada en el último momento.
1 Pedro 1, 3-5
Nuestra debilidad no nos deja conocer la misericordia de Dios
Tu misericordia llega hasta lo más profundo del corazón del hombre, porque mirarte cara a cara nos hace ver nuestro interior donde nos damos cuenta que nuestras debilidades y nuestros vacíos nos han causado daño en nuestras vidas,
A mi, que antes fui un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero encontré misericordia porque obre por ignorancia en mi infidelidad. Y la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mi, juntamente con la fe y la caridad en Cristo Jesús
1 Timoteo 1, 13-14
A través de su sangre que fue derramada a precio muy alto para darnos la libertad de hijos de Dios nos lleva a que en la Gracia de Cristo, los cielos se abran para lanzarnos a sus brazos de amor y dejarnos consolar de Él, porque las fuentes de agua que nos entrega son de liberación, donde somos roseados de su misericordia, nos da el perdón de nuestros pecados y al mismo tiempo Él nos invita a perdonar a nuestro próximo, empezando por perdonarnos a nosotros mismos.
Cada gota de agua es la presencia del Espíritu Santo que nos hace ver en donde estamos débiles y la debilidad de los otros para ayudarnos a levantar de nuestras caídas y siempre dar la mano en todos los momentos o circunstancias en que vivimos en comunidad, familia o en nuestros trabajos para ser fraternos.
“Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas de todas vuestras basuras os purificaré”
Ezequiel 36, 25
La misericordia de Dios es infinita
La misericordia de Dios es tan grande que no nos alcanzamos a imaginar sus misterios insondables, hace que el hombre se extienda en grandes pensamientos, palabras, obras y acciones con nuestros hermanos, teniendo en cuenta nuestra condición de pecadores, para entregarnos con el amor tan grande que Cristo se entrego por nosotros,
pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo – por gracia habéis sido salvados
Efesios 2, 4-5
Que maravilloso dejarnos sumergir en tu presencia Señor porque nos hace reflexionar que mi vivir es acoger, aceptar, amar, perdonar, entregar, dialogar y comprender todas las dificultades del hombre en que se encuentra rodeado en su día a día, para hallar una nueva alianza desde su sangre que nos libera y nos hace nacer del agua y del Espíritu,
porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados
Mateo 26, 28
Para sostenernos en la misericordia que nos enseña el Señor, debemos estar unidos y alimentarnos de su cuerpo y de su sangre
la copa de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?
1 Corintios 10, 16
Sangre y agua de Cristo, un regalo de amor
La Divina Misericordia de nuestro Señor Jesús, brota en el momento en que es traspasado por la lanza del soldado, entregándonos su sangre y agua. La sangre que nos libera y el agua que nos purifica, desde ese instante de su pasión recibimos la verdadera Misericordia. El señor revela a Santa Faustina la imagen de Jesús De La Divina Misericordia, donde nos muestra el rojo de su sangre y el azul del agua y le anuncia El Señor que a las tres de la tarde nos sumerjamos en su Pasión. Santa Faustina, escucha en su interior las palabras del Señor:
Esta oración es para aplacar mi ira, la rezaras durante nueve días como un rosario común, del modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre Nuestro, el Ave María y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre Nuestro, dirás las siguientes palabras:
Padre Eterno, te ofrezco el cuerpo y la sangre, el alma y la divinidad de tu amadísimo hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero; en las cuentas del Ave María, dirás las siguientes palabras por Su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero
Diario de Santa Faustina 476
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