La “Redención” es un acto salvador de Dios en la persona de Jesús. Por la redención sabemos que Dios nos ama en Cristo a pesar de nuestro pecado. Pero acercarnos a la redención es tomar conciencia de que existe el mal. María en la Redención está presente en la vida de Jesús, diciéndonos: “Haced lo que Él os diga”. Cree en la fuerza de esta nueva forma de relación y así es asociada a la misión de su propio Hijo, con esta actitud toma parte en la actividad mesiánica de Cristo en su redención.
Todos pecaron y están privados de la gloria de Dios y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús
Romanos 3, 23-24
María es corredentora porque su vida es totalmente entregada al servicio del redentor en esclavitud de amor.
Pero al presente, libres del pecado y esclavos de Dios, fructificáis para la santidad; y el fin, la vida eterna
Romanos 6, 22
Ella es privilegiada en el plan de la salvación por ser la Madre de Dios, acoge al verbo de Dios hecho hombre al calor de su corazón por obra del Espíritu Santo; y en ella encontramos:
El nacimiento virginal
El ángel le dijo: No temas, María, porque haz hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
Lucas 1, 30-31
La boda de Caná
Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: “No tienen vino”. Jesús le responde: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.
Juan 2, 3-4
Junto a la Cruz
Junto a la cruz de Jesús estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena.
Juan 19, 25
Desbordando alegría en la plenitud del Magníficat
Y dijo María: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador
Lucas 1, 46-47
En Pentecostés el Espíritu Santo viene sobre ella y los apóstoles
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban.
Hechos 2, 1-2
María es correctamente reconocida por el magisterio y las enseñanzas papales del Concilio Vaticano II, Lumen Gentium No. 56, 57, 58 y 61 y se convierte en un ejemplo preminente de cómo el cristiano está llamado a hacerse un colaborador con Dios.
En el Concilio Vaticano II se señalan los siguientes momentos:
- En la visitación.
- En la natividad (también junto a los pastores y los magos).
- En el templo (ante el anciano Simeón).
- Otra vez en el templo Jesús perdido y hallado.
- En Caná de Galilea (las bodas).
- En el curso de la predicación del Señor.
- Al pie de la Cruz.
- Desde la asunción a los cielos.
María cooperó a nuestra redención:
- Creyendo en las palabras del arcángel Gabriel.
- Consintiendo libremente en el ministerio de la encarnación.
- Aceptando todos los sufrimientos que entrañaban, para su hijo y para Ella, los dolores de la cruz.
- Porque abdicó de sus derechos de Madre.
- Porque inmoló a su hijo ofreciendo voluntariamente por la salvación de los hombres.
¡Hijos míos!, por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros.
Gálatas 4, 19
Encontramos que la gracia inmaculada e intercesora de María es perfecta, que nos lleva a contemplar la presencia de su amadísimo Hijo porque con ella hemos hallado nuestra salvación en la vida y redención de Nuestro Amado Jesús.
Por Luxandra Pineda
Comunidad María Reina de la Paz