María, la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen, obra maestra en la plenitud de los tiempos de preparación y la espera al gran Nacimiento. En la esperanza de la alegría de María para nuestra salvación afianzados en la gracia de la fe.
“Esperando contra toda la esperanza”, la virgen María que, en “la peregrinación de la fe” llego hasta la “noche de la fe” participando en el sufrimiento de su Hijo y en la noche de su sepulcro, y tantos otros testigos de la fe.
Catecismo de la Iglesia Católica 164
El cual, esperando contra toda la esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas naciones según le había sido dicho: Así será su posteridad
Romanos 4, 18
En este tiempo de adviento entramos en una preparación de reflexión y oración cada uno de nosotros y unidos con la iglesia en el pleno recogimiento a una espera del Mesías.
Todo el que tiene esta esperanza en Él se purifica así mismo, como Él es puro.
1 Juan 3, 3
Con María, Dios crea su plan de amor para la humanidad
En María empieza a manifestarse las “maravillas de Dios”, que el Espíritu va a realizar en Cristo y en la Iglesia. Con Juan Bautista, el Espíritu Santo, inaugura, prefigurándolo, lo que realizará con y en Cristo. Volver a dar al hombre la “semejanza” divina. El bautismo de Juan era para el arrepentimiento, el del agua y del Espíritu será un nuevo nacimiento.
En María el poder transformador del Espíritu Santo apresura la venida del Reino de los cielos y la consumación del Misterio de la Salvación. Todo esto nos recuerda los acontecimientos de la historia de la salvación en el “hoy”. De su liturgia como la iglesia la manifiesta y nos la hace vivir.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien, por su gran misericordia, mediante la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos nos ha reengendrado a una esperanza viva
1 Pedro 1, 3
María nos invita a abandonarnos en Dios
María nos ayuda al mismo tiempo, a comprender el deseo y la resolución de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la entrega de su gracia.
Por lo tanto, queridos, en espera de estos acontecimientos, esforzados por ser hallados en paz ante él, sin mancilla y sin tacha
2 Pedro 3, 14
María nos recuerda que:
La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de la felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre, asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres, las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos, protege del desaliento, sostiene en todo desfallecimiento, dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad.
Catecismo de la Iglesia Católica 1818
A quienes Dios quiso dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo entre vosotros, la esperanza de la gloria
Colosenses 1, 27
La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme, “que penetra a donde entró por nosotros como precursor Jesús”.
Hallar la esperanza en la Virgen María nos lleva a entregarnos en su gracia inmaculada. Nos invita a la espera que hace nuestro corazón para disfrutar el nacimiento y la presencia viva de nuestro Señor Jesucristo, todos nuestros días.
Luxandra Pineda Galindo
Comunidad María Reina de la Paz