En este inicio del año litúrgico, vemos como la Iglesia nos enseña que:
Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga participación de la primera venida del Salvador; los fieles renuevan el ardiente deseo de su Segunda Venida. Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la iglesia se une al deseo éste: “Es preciso que él crezca y que yo disminuya».
Catecismo de la Iglesia Católica 524
Doctrinalmente, el sentido de María en la iglesia es Madre del Verbo Encarnado, pero, en Mariología, María es Madre de Dios. Nadie como María puede saber que significa esperar la venida de Jesús, de aquí empieza el tiempo de María a mostrar nuestro camino de adviento, su apertura a Dios y su alegre espera del nacimiento de su Hijo.
Apertura
La encontramos en el anuncio del ángel Gabriel a María donde se da a conocer la gracia plena quedando llena del Espíritu Santo, y la alegría de María cuando acepta estas palabras que se hacen verbo encarnado en su santísimo vientre inmaculado, su resplandor es el de su Hijo que se hace luz del mundo por los siglos de los siglos.
El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
Lucas 1, 30-31
Camino
María al recibir el anuncio del ángel, se da la gran apertura al inicio de la preparación al tiempo de adviento. Pero no solo se queda ahí, sino que sale con gozo y alegría al camino de anunciar la buena nueva del reino de los cielos; llevando en su seno, el Salvador de las naciones que solo con su presencia; su prima Isabel con su saludo queda llena también del Espíritu Santo.
Así mismo María nos invita a salir al camino con la gracia del Espíritu Santo a proclamar la palabra de Dios a todos los lugares. Donde el Señor nos envíe para que la presencia del salvador se siga extendiendo por todo el mundo.
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Lucas 1, 39-40
Espera
María después de su gran espera del embarazo y el camino que recorrió a donde su prima Isabel, realza la grandeza del Señor con esta oración del Magnificat donde pide a Dios Padre su misericordia de generación en generación. María nos pide que debemos creer, tener fe y esperar en la misericordia de su hijo, así como ella nos dice: hagan lo que él os diga; y que nos acojamos a su intercesión porque solo en María podemos vivir este tiempo de adviento para recibir y vivir el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo en nuestros corazones.
Y dijo María: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada.
Lucas 1, 46-48
Vemos que en la preparación de nuestro corazón en este tiempo que vivimos todos los años, no podemos negar que todos los días nace el salvador que es Cristo Jesús, ese niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, es el mismo que recibimos en la Sagrada Eucaristía, en su cuerpo y su sangre que se da como alimento a nuestra alma porque él nos invita a nacer todos los días del agua y del espíritu, para que este santo nacimiento permanezca para toda una vida eterna.
Por Luxandra Pineda Galindo
Comunidad María Reina de la Paz