Hablar de la Pasión de Jesús es estar enamorado de su amor y su misericordia por sus divinos misterios que Él nos revela con su palabra todos los días a la humanidad con el modelo perfecto que es María Santísima como regalo para nosotros.
Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio. Y no con palabras sabias, para no desvirtuar la Cruz de Cristo. Pues la predicación de la Cruz es una necedad para los que se pierden; más para los que se salvan para nosotros es fuerza de Dios
1 Corintios 1, 17-18
Jesús en sus últimas palabras dice: “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre”.
En la Cruz, cuando Cristo sufría en su carne el dramático encuentro entre el pecado del mundo y la misericordia divina; pudo ver a sus pies la consoladora presencia de la Madre y del amigo. Estas palabras de Jesús al bordede la muerte no expresan primeramente una preocupación piadosa hacia su madre, sino que son más bien una fórmula de revelación que manifiesta el misterio de una especial misión salvífica.
María, regalo de amor
Jesús nos dejaba a su madre como madre nuestra. Solo después de hacer esto Jesús pudo sentir que “todo estaba cumplido”. Al pie de la Cruz, en la hora suprema de la nueva creación, Cristo nos lleva a María. Él nos lleva a ella, porque no quiere que caminemos sin una madre, y el pueblo lee en esa imagen materna todos los misterios del Evangelio. Evangelii Gaudium.
Cuántas veces hemos escuchado el sermón de las siete palabras, pero si solo nos detuviéramos en esta palabra “Mujer ahí tienes a tu hijo”, es ahí donde Jesús nos entrega el pleno amor en María Santísima.
Nosotros como sus hijos (hombres y mujeres) si tomáramos la palabra MUJER y el gran significado que tiene para Jesús; las veces en que se dirigía a María las mujeres de hoy tomarían el papel que desempeñan en la sociedad como: esposa, madre e hija. La gracia de ser compasivas y misericordiosas a ejemplo de María.
Pero la tierra vino en auxilio de la Mujer; abrió la tierra su boca y tragó el rio vomitado de las fauces del Dragón. Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús
Apocalipsis 12, 16-17
María nos invita a abandonarnos en la misericordia de Dios
María custodió en su corazón la divina misericordia en perfecta sintonía con su Hijo Jesús. Ella sabe que la primera tarea, sobre todo en un momento como el nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contradicciones, es la de introducir a todos en el misterio de la misericordia de Dios. Contemplando su pasión, muerte y resurrección de Cristo.
También se puede decir que cada alma fiel es esposa del Verbo de Dios, madre de Cristo, hija y hermana, virgen y madre fecunda, Cristo permaneció nueve meses en el seno de María; permanecerá en el tabernáculo de la fe de la iglesia hasta la consumación de los siglos; y en el conocimiento y en el amor del alma fiel por los siglos de los siglos. (E.G)
María y Jesús corazones traspasados por su dolorosa pasión. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Agua y sangre que brotaron del corazón de Jesús como fuente inagotable de tu divina misericordia Jesús en Ti Confío, Jesús en Ti Confío, Jesús en Ti Confío.
Por Luxandra Pineda Galindo
Comunidad María Reina de la Paz