Cuántos de nosotros como católicos desconocemos el significado de este hermoso cántico: el Magníficat que la Virgen María hace brotar de su corazón, ese gozo y esa alegría para sus hijos, porque Dios ha enviado la salvación a su pueblo.
Miremos que desde el Antiguo Testamento en Isaías encontramos esta hermosa promesa que el profeta nos anuncia:
Aclamad, cielos; exulta, ¡tierra! Que los montes los celebren con alegría, pues Yahveh ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido.
Decía Sión: “Me ha dejado Yahveh, el Señor se ha olvidado de mí.”- ¿Acaso olvida una mujer a su niño, sin dolerse del hijo de sus entrañas?
Pues aunque ésas personas se olvidasen, yo jamás te olvidaría. Aquí estas tatuada en mis manos, tengo siempre presente tus murallas. Que te aventajen los que te reedifican a la gente que te destruye; que salgan de ti los que te asolaron.
Isaías 49, 13-17
Expresa el amor que Dios hace en nuestras vidas
Esta es una expresión de amor de Dios que nos muestra, la Virgen María sabe que pertenece totalmente a Dios. Todo su ser, su vida entera ensalza al Señor.
El Magníficat es el cántico de la madre de Dios y de la iglesia, de la hija de Dios y del nuevo pueblo de Dios, de acción de gracias por la plenitud de gracias derramada en la economía de la salvación y también de los pobres.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes por mi: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Lucas 1, 46-55
El Magníficat nos invita a la entrega
A través de este bello saludo la virgen María cuando glorifica la presencia del Padre, nos invita a entregarnos al Espíritu de Dios que nos lleva a la alabanza y a su grandeza que debemos tener siempre en nuestro corazón.
No nos damos cuenta nosotros que cuando proclamamos el Magníficat nos unimos a la gracia inmaculada de la Virgen María y el poder tan grande que tiene ante muchas circunstancias que podamos estar viviendo en momentos difíciles, de desesperación, angustias y a veces de oscuridad que nos llevan a quitar la paz y nos debilitan.
Esta oración hace que seamos liberados de toda opresión del mal y hace que la fuerza del Espíritu Santo nos llene de paz, gozo y alegría.
Maravilloso saber que tenemos en nuestra Iglesia, oraciones que edifican nuestro interior formándonos templos vivos del Espíritu Santo.
Aún más las riquezas de la bienaventurada Virgen María, donde Ella entrega a su pueblo toda una enseñanza de liberación desde su misma presencia hasta llegar a pisar la cabeza de la serpiente con su talón.
Por: Luxandra Pineda
Comunidad Maria Reina de la Paz