Es muy fácil saber que en María la presencia del Espíritu Santo habita en ella, desde el momento de la Anunciación, cuando el ángel San Gabriel le respondió “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” de aquí empezamos a recibir la gracia que el Espíritu de Dios nos deja como promesa de amor a la humanidad.
Pero a través del Verbo encarnado gestado en el vientre inmaculado de María, Jesús no revela plenamente el Espíritu Santo hasta que Él mismo no ha sido glorificado por su Muerte y su Resurrección. Damos inicio al Pentecostés, por la efusión del Espíritu Santo, la iglesia se manifiesta al mundo.
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que lleno toda la casa en la que se encontraban
Hechos 2, 1-2
¿Cuántas veces hemos vivido Pentecostés? o ¿Cuántas veces en mi vida he celebrado Pentecostés? Con estas preguntas podemos inquietar nuestro corazón, primero tenemos que dejar que el Espíritu Santo nos llene, toque, renueve, transforme, libere, ilumine, unja, purifique y santifique nuestra vida, así como María fue llena del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo vendrá, nosotros lo conoceremos, estará con nosotros para siempre, permanecerá con nosotros, enviados a anunciar el Reino de los Cielos formados en Cristo Jesús como iglesias vivas con María que es el corazón de la Iglesia.
El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios
Romanos 8, 16
Ahora volvemos hacernos otra pregunta ¿He dejado que el Espíritu Santo sea templo de mi vida? Podemos tener muchas respuestas, pero debemos tener en cuenta lo más importante, es que el Espíritu Santo es artífice de las obras maestras de Dios que son los sacramentos de la Nueva Alianza, de aquí tenemos un punto de partida, el ser bautizado, es obra del Espíritu en el corazón de la iglesia que vivamos, de la vida de Cristo resucitado.
María esposa del Espíritu Santo, derrama de sus entrañas la fuerza de su Espíritu en nuestros corazones para recibir sus siete dones: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios, ¿He recibido todos los dones? o ¿Cuántos dones he puesto al servicio de la iglesia? o más bien ¿Estos dones me han servido para mi camino de conversión?
No nos quedemos sólo en estas preguntas, pueden salir muchas más, sólo deja que el Espíritu de Dios te guíe y te lleve a:
Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo
Hechos 2, 38
El amor de María es el mismo amor que Cristo nos deja por medio de su Espíritu Santo, para ser inmaculados y santos. Ella a la vez es virgen y madre porque es la figura y la más perfecta realización de la iglesia y hace que nosotros seamos engendrados para una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos de Dios.
En nuestra Iglesia encontramos las grandes riquezas del Espíritu Santo para recibirlas en este Pentecostés ¿Cómo me he preparado para recibirlas? ¿He orado para poderlo recibir? ¡No temas! ¡Abre la puerta de tu corazón y déjalo entrar!.
Luxandra Pineda
Comunidad María Reina de la Paz
[…] María llena del Espíritu Santo, nos lleva a que el mismo Espíritu ora en nosotros […]