Los 4 evangelios están llenos de situaciones en las que Jesús habló con el Padre en oración, y podemos ver en ellos que había distintos tipos de oración que Jesús hacía. Aquí presentamos algunos de esos momentos.
1. Abba, tu bondad me nubló los ojos, y desde lo hondo de mis entrañas te bendigo
Marcos 1, 9-11. En este pasaje vemos que Jesús se presenta no como un Mesías poderoso y victorioso, sino como una criatura sumisa con un poder incomparable, un siervo sujeto a la voluntad de Dios. El Espíritu Santo descendió sobre Jesús para ungirlo para la misión que había venido a cumplir. Cuando la voz de Dios Padre se escuchó desde el cielo, todos supieron que Jesús no era únicamente otro hombre que estaba siendo bautizado; supieron que Jesús era el perfecto Hijo de Dios. Como Jesús, preparémonos para el servicio a través de:
- La devoción personal (versículo 9): A través de la obediencia a Dios Padre, comprometidos con el reino de Dios y la humillación personal por todas las fallas que hemos cometido.
- La unción espiritual (versículo 10). Aunque Cristo era el Hijo de Dios, sirvió por el poder del Espíritu Santo.
- La confirmación del cielo (versículo 11). Todo siervo de Dios necesita afirmar su llamado al ministerio.
2. Abba, tu Palabra es antorcha para mis pasos
Mateo 4, 1-11. Es importante que sepamos que Jesús, a pesar de ser Dios, no quiso ser inmune a las tentaciones pues quiso experimentar en sí mismo todas las debilidades de nuestra humanidad para poder redimirnos. Podríamos decir que, aunque seamos reconocidos como hijos de Dios en el bautismo, pasaremos por el desierto de la vida, lleno de pruebas que afectan nuestra fe y nuestro pensamiento sobre Dios. El camino que nos lleva a la vida eterna es angosto y difícil, debemos aprender a vencer las tentaciones a fin de cumplir satisfactoriamente con nuestro llamamiento de enseñar el nombre de Jesucristo. Seamos fieles a la misión que el Padre Celestial nos confía, y buscar la ayuda em Su Palabra que tiene el poder de dar vida. Vigilemos y oremos para no caer en la tentación.
3. Abba, hoy confirmé que sueño con tus propios sueños
Lucas 4, 16-30. Este pasaje describe lo que sucedió en la sinagoga de Nazaret al comienzo del ministerio de Jesús. Las maravillosas enseñanzas de Jesús fueron elogiadas por todos, pero su pueblo lo rechazó horriblemente, hasta el punto de querer matarlo.
La actuación del Espíritu Santo en nuestras vidas es la estrella que alumbra nuestros senderos. Debemos estar dispuestos a correr detrás de ella y así impulsarnos a anunciar la Buena Nueva, un mensaje de esperanza y dignidad.
4. Abba, mi madre apresuró los comienzos del Evangelio
Juan 2,1-12. Jesús y María, hicieron presente a Dios dondequiera que estuvieran, y donde estaba Dios, había amor, gracia y milagros. Ellos y los discípulos fueron invitados a la boda de Caná donde el Señor hizo su primer milagro, por la intercesión de la Virgen María, quien le indicó que los comensales habían terminado el vino, y, de este modo, se convierte en portadora de una súplica silenciosa de parte de los hombres hacia su Hijo.
Jesús se resiste a que nadie modifique su «horario» redentor; sin embargo, se ofrece por primera vez en nombre de la Alianza entre Dios y los hombres que Él ha venido a renovar. Invitemos a la Santísima Virgen para que participe en todos los momentos de nuestra vida, para ser auxiliados por su poderosa intercesión. Y no olvidemos la recomendación que Jesús nos da: “hagan lo que mi hijo les diga”. Debemos obedecer a Cristo en todo.
5. Abba, tu amor providente lo abraza todo
Mateo 6, 24-34. Este evangelio se habla de vivir el “momento presente”: no darle vueltas al pasado, sino abandonarse en Dios y su misericordia. No atormentarse por el mañana, sino confiarlo a su providencia. Jesús nos pide que debemos tener una preocupación principal: buscar el reino de Dios.
Es decir, buscar que Dios reine en nuestro corazón y en nuestra vida. Dejarle a Él que dirija todas nuestras acciones. Sabemos que hay otros “reyes” que llaman a nuestra puerta para ocupar el primer puesto en nuestro corazón. Jesús menciona a uno de esos dioses: el dinero.
Pero bien sabemos, y nos lo advierte Jesús, que “nadie puede estar al servicio de dos amos”; y el Evangelio termina diciendo que no podemos servir a Dios ni al dinero. La propuesta de Jesús es clara: nos invita a seguir entregándonos al amor de Dios Padre por todos nosotros, nos dice hoy «no estén, ni anden agobiados…»
6. Abba, te pido que des valentía y entusiasmo a quienes decidan seguirme
Mateo 10, 34-37. En los años previos al nacimiento de Cristo, muchos israelitas creían que la llegada del Mesías traería consigo inmediatamente una época de paz y prosperidad a Israel. Pero su llegada trajo una gran división al mundo, ya que vino para traer una espada. En otras palabras, el mensaje de Jesús creó división; esta «espada» dividió al mundo entre los que creen en Él y los que no, y las personas que finalmente rechazaron a Jesús, llegaron a odiar a los que creyeran en Él, incluidos los miembros de sus propias familias. Al ser cristianos habrá bendiciones, recibiremos la vida eterna, disfrutaremos de tener a Dios como Padre y de su cuidado paternal. Pero también incluye un costo de seguir a Cristo: La ruptura de lazos familiares, reorganizar los afectos familiares y hasta perder la vida para hallarla.
Dios te bendiga.
Lina Hernández
Comunidad María Reina de la Paz